COMO ESTATUA DE SAL, petrificada
Empeñada en sumar, en un mundo
Que solo aprendió a dividir.
Me agotan las miserables plegarías
De indómitos seres complacientes
Minúsculas voces de impotentes
Trasplantando mentiras por verdades
Convirtiendo el mundo en soledades
Espasmos y quimeras que adormecen
Destruyendo el alma de los crédulos
Mutilando la esperanza del humilde
Perdiendo las raíces del misterio
Ahuyentados por las llamas, sucumbieron
Acercando los portones del infierno
Repitiendo plegarias de seglares
justicieros
Los árboles, presos, perecieron
indefensos.
Ancestrales ceremonias renacieron
Presentándose sutilmente ante el
miedo
Elevando a sus mártires al cielo
Cerrando los ojos a la vida; se corrompieron
Pudriendo la savia, en la dureza y el
recuerdo
De un mundo esclavo, codicioso y pendenciero
Se perdió la noche, en un gris sanguinolento
Putrefacto, descompuesto y vengativo
El día, olvidó nacer, desvanecido en el
más profundo
Y extraño de los sueños.
¡Dios, no escribe con tinta de
carrocero!
Y yo, espero despertar de este mal sueño.
Y yo, espero despertar de este mal sueño.
"Dios, no escribe con tinta de carrocero.../ Y yo, espero despertar de este sueño..."
ResponderEliminarQué poema, mi querida Mercedes.
Gracias Adela por entrar siempre. Sigamos sembrando.
ResponderEliminarO vivimos todos juntos como hermanos, o pereceremos todos juntos como idiotas. Martin Luther King.
Besos.