31 octubre 2012

LAS EMOCIONES QUE NOS GOBIERNAN

Nos arrastran.

La venganza
no solo hiere al vencido,
También al vengador clava,
sin percatarse siquiera 
tremenda puñalada al alma.

Profunda tristeza en su agonía, 
arrastra. 
Los clavos ardiente
que el mismo se clava.
Disimula, en vindicta revancha.

Represalia que envuelve

en superioridad,
hasta que mengua sin remisión
y queda en desventaja.

¡Juicios y batallas perdidas

nos gobiernan y avasallan,
el ego se eleva,
ensalza su risa
risa que estremece,
sarcástica sátira!.

Al fin, cuando

el tupido velo levante tu día
y la noche retorne
al volver a casa
comprenderá.
 ¡Solo él, es responsable
de perder la batalla!.

22 octubre 2012

Mi diario... "TRES HORAS"

Mas allá de la luz

   Bajan los ascensores; hay mucha gente, es la hora de la visita. Me subo en uno de ellos. Las puertas no cierran. 
-¡Seremos muchos! comentan.- Salen tres personas y sigue sin cerrar, vuelven a subir los que salieron,
-nada que no cierran, ¿se habrá estropeado? no sé porque me salgo yo.
-Casi la pilla la puerta-escucho a mi espalda,
- ¡Qué raro! pienso-¿cómo ha cerrado tan deprisa?
Espero el otro. Subimos, ahora somos pocos, tampoco cierra. Empiezo a ponerme nerviosa.- Y ahora ¿qué pasa? ¿este también? -Pongo un pie fuera, voy a sacar el otro y casi me pilla la puerta,-Como es posible si tiene un tiempo, me digo a mi misma.
Me quedo sola en el pasillo esperando que baje algún ascensor. Por fin subo, no hay problema; pero he tardado un cuarto de hora, al llegar a la puerta y abrir, -¡fuera, fuera! me gritan.


Sale un médico: -El paciente ha perdido el conocimiento, estamos estabilizándolo ya la avisaremos cuando puede pasar, está muy mal...

¡Dios! ¿qué puedo hacer yo? -Hago unas llamadas de teléfono y me siento en el suelo al lado de la puerta.

-Tengo que decirle que estoy aquí. Tiene que saber que estoy aquí, -pienso-.
-Papá estoy aquí fuera, no me dejan pasar, estoy detrás de la pared ¿lo sabes verdad? quiero que sepas que estoy aquí, ¿me oyes verdad? Tú sabes que estoy contigo.

Entonces sin saber cuánto tiempo hablé mentalmente, al otro lado de la pared y de varios intentos infructuosos para que me dejasen pasar, escucho: Mirian, me voy, me voy. 
¡No! Tengo que pasar, tengo que pasar ya. -Me digo a mi misma.
-Llego a la puerta, el médico en ese momento abre y me repite que no puedo entrar.
- Esta vez no, le digo, mirándole a los ojos, no puedo esperar, ya no queda tiempo, ¡tengo que entrar, ya!
Mudo, se aparta y me deja paso, un nudo en la garganta me ahoga, una enfermera se acerca y me abraza, estoy bien le digo.
-Miro, y de pronto escucho: 
-Házle una señal en la frente.
-¿Qué? -¿Pero quién soy yo?-Me digo a mi misma-¿Una señal de qué?
-Únicamente tocarle un punto, -Me dice la voz otra vez.
-¿Yo? ¿Pero cómo?
-Tócale ya, deprisa, sólo toca el punto, vamos no queda tiempo.
-¡Házmelo ya! -me dice mi padre-
En ese instante mi dedo se posó en su frente, él salió de su cuerpo, su figura era de una luz impresionante con un brillo difícil de describir, quedando de pie a mi lado, diría que incluso más alto.
-Yo seguía preguntando, ¿Ellos te ven?
-El médico hizo intento de hablar. -Los mire, para comprobar si ellos veían lo mismo que yo, todos tenían sus miradas clavadas en el suelo, como paralizados.
-Yo seguía preguntando, ¿Ellos se habrán dado cuenta? -¿Te verán, como yo?
Pero ya no había voces, ni sonido alguno, solo su imagen, su mirada, su cara, su expresión llena de dulzura y amor y yo.
Mi alma se llenó de paz, una paz tan grande que lo inundo todo. No sé cuánto tiempo pasó.
-¡Hay que salir ya! escucho, -No podemos hacer nada más, lo siento.
-No, todavía no, respondo.
Él seguía allí, se iba elevando cada vez más alto, Ya no lo veía tan nítido, tan claro, estaba desapareciendo; pero el amor que me transmitió todavía me dura, cuando lo recuerdo, la paz me inunda.
Comprendí porque no subían los ascensores.
Callé, jamás había estado más lúcida.
Dos años más tarde volvió para darme otra lección.
Sólo sé qué no sabemos nada, pero hay un antes y un después.

02 octubre 2012

MAS ALLÁ DEL OTOÑO

 OTOÑO

En tu lento caminar
de pisadas indecisas
recorres los bosques 
de hojas caducas.

El suelo, como alfombras
de colores, limpia tus pies
con el rocío de una noche
intensa y húmeda.

Los gritos se oyen en la lejanía
o ¡tal vez es el eco!
de las voces sin dueño,
que quedaron impregnadas
en los árboles de antaño.

Hoy, sin motivo aparente
le han dado alas a las hojas de otoño.
En su vibrar, recogen los sonidos
del alma de aquellos que ya no están.

¡Los ausentes!