Foto de Esteban de M.D. |
¡Ningún cambio
será fructífero
si no cambia el origen!
Cuán vanos, los deseos son,
cuando egoísta es la razón,
pues bien sabe el corazón
de errores y satisfacción.
El ciego que con intención
se aturde, entre quereres
soñando con los poderes
siembra la desesperación.
El castigo es bien atroz
pues paraliza los pasos
asumiendo gran fracaso
el alma, se muestra feroz.
Sin saber de qué horizonte
llega el trino de las aves,
perdida el alma y las llaves
la mente perdió su norte.
En semejante cocina
entre soberbia y cretina
la muerte que es sibilina
se presenta bien precoz.
Matan los días la rutina,
una rutina asesina
que arrastra desolación.
Matan los días la rutina,
una rutina asesina
que arrastra desolación.
Qué bueno, Mercedes...Beso.
ResponderEliminarGracias Adela, mala semilla esa del egoísta...
EliminarBesos.