Después de la tormenta llega la calma.
¡O eso dicen!
Profunda tristeza me inspira tu cantó.
Siembras y siembras semillas
lúgubres.
Nada te enseñó la vida, ni tus pasos.
Tu mente traiciona, tu lengua
envenena.
El perdón no sirve, mientras no
comprendas
que eres tú el que ofendes con tus
actos.
Mientras no descubras que tus
enemigos
no viven fuera, viven contigo.
En tu cama, en tu lecho, en tu
espacio.
Dormiste a los ángeles; despertando a
tus demonios.
Despierta de tu letargo.
Permite que la esencia del agua
y el divino dios que te habita
lave tu alma y tu rostro.
Publicado en facebook 24-2-14
Mi madre decía....predicar en desierto, sermón perdido y que cierto es, muchas veces, deberíamos contar diez antes de hablar, pero no lo hacemos y poco a poco buscando solo nuestro propio bien, giramos el alma y envenenamos nuestra propia vida, Mercedes, me encantan tus reflecxiónes, un abrazo amiga
ResponderEliminarMuy sabia tu madre Anna, yo pienso que nosotros somos nuestros peores enemigos. De ahí mi otra reflexión; Si nuestro interior esta libre de enemigos, nada exterior puede hacernos daño. Aprendamos a apartar el miedo y dolor, seguro tendremos mucho camino recorrido.
EliminarUn beso Nana.
Hola Mercedes, te visito y veo tu poema, un placer y mucha razón en sus palabras.
ResponderEliminarGracias Carmen. Un abrazo.
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